lunes, mayo 14, 2007

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CON EL AGUA AL CUELLO


Llega mayo, llega junio y con ellos... los exámenes!
(chana-chana)

Como todos sabréis, la vida del estudiante es una vida sacrificada. Así pues, me veo obligada a sacrificar temporalmente también Arcadia.


Espero volver a leeros a todos en poco tiempo, esa sería una buena señal...
Un beso y hasta pronto!

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lunes, mayo 07, 2007

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DAGMARA, LA SOMBRA DE SPIELBERG

No busquéis el nombre de Dagmara entre los títulos de las películas de Spielberg, tampoco entre los miembros del reparto de ninguna de ellas. Dagmara forma parte oculta de ambas sin llegar a ser ninguna...

To Dagmara, you have been the most valuable help to me and this film and I am eternally grateful.
Your friend, Steven Spielly.


Precisamente eso es lo que Spielberg escribió a Dagmara como despedida en los márgenes de una fotografía. En ésta, aparecía Spielberg en primer plano, a su lado, la joven y bella Dagmara, y, enfrente, separados por una verja, varios actores embutidos en uniformes típicamente carcelarios.

Dagmara trabajaba temporalmente como traductora en una oficina de Krakow. ¿Quién iba a decirle a esta inexperta estudiante de universidad que acabaría convirtiéndose en la sombra de Steven Spielberg y que pasaría a formar parte tácita de la construcción de una obra maestra!

Todo comenzó en una fiesta. Dagmara había estado traduciendo parte del guión de La lista de Schindler y, por ello, fue invitada a una cena donde acudirían los distintos miembros del equipo de la película. Cuando llegó, el productor corrió hacia ella y le dijo que tenía que hacer una traducción simultánea del discurso de apertura de Spielberg, ya que la chica encargada de ello no había podido acudir. Así pues, inesperadamente, Dagmara tenía que estrenarse como intérprete frente a centenares de personas.

Confundió las fechas de la Segunda Guerra Mundial, pero eso no pareció importarle demasiado a Spielberg, quien, nada más finalizar el discurso, le ofreció ser su intérprete a lo largo del filme que iba a comenzar a rodarse en breve. Su misión consistía en comunicar las instrucciones de Spielberg a los actores polacos de modo que estos interpretaran cada gesto y cada palabra como el director indicaba.

Dagmara es sólo un ejemplo más de cuantos personajes permanecen camuflados entre la letra pequeña de los créditos de las películas, de aquellos que, aunque sin fama ni galardones, forman parte vital del armazón que las compone. Es también, por supuesto, paradigma de esperanza: nunca se sabe qué pueden depararte los hados o quién puede cruzarse en tu camino, que le sonrías y que, como en este caso, te devuelva la sonrisa.

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miércoles, mayo 02, 2007

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CÓMO COMPARAR
MULHOLLAND DRIVE & THE STRAIGHT STORY
Y NO MORIR EN EL INTENTO


Posiblemente, Mulholland Drive y The Straight story sean las dos películas con menos puntos de unión de la filmografía del genuino David Lynch. Por una parte, en The Straight story (1999) Lynch hace gala de una sublime sensibilidad. Tras las inquietantes Corazón salvaje o Carretera perdida, Lynch pisa el freno a fondo, cambiando el coche por el cortacésped. El director detiene su analítica mirada en una historia lineal, simple y nada truculenta. Todo lo contrario podría decirse de Mulholland Drive (2001), en la que abandonó estas efímeras inclinaciones bucólicas y sensibleras para adentrarse de nuevo en el mundo de lo onírico, lo enrevesado y lo frenético.

Tanto en The Straight story como en Mulholland Drive se nos narran historias de amor, sin embargo, el tratamiento del mismo es radicalmente diferente. En la primera, el amor sirve al protagonista para dejar atrás no sólo su casa y su entorno habitual, sino también su orgullo. Así pues, el anciano Alvin emprende un viaje a bordo de su cortacésped, tan rocambolesco como puede ser el de El tren de la vida, en busca del amor latente y olvidado de su hermano. Igual de reseñable merece ser el amor que Alvin siente por su hija y ésta por él. La familia se presenta a lo largo de toda la película como un valor de vital importancia, no sólo en el caso de Alvin, sino también en los de aquellas personas con las que éste topa durante su viaje.

En Mulholland Drive, sin embargo, el amor es tratado de un modo más trágico, pasional, y perturbador. Así como en The Straight story éste desemboca en felices desenlaces y reconfortantes situaciones, en Mulholland Drive el amor lleva a la locura y el desequilibrio de quien lo padece, presentándose no ya como algo agradable sino como la fuente de todos los males. También la familia es tratada aquí de un modo distinto, pues no es la solución como en The Straight story sino el problema. Para Diane su familia es un tormento insufrible, una presión, una carga físicamente ausente pero constante frente a la que debe luchar.

Las interpretaciones son en ambos filmes extraordinarias, de un nivel sublime a pesar de la grandísima dificultad de los papeles.

La banda sonora está compuesta en las dos películas por Angelo Badalamenti. En ocasiones intrigante, otras soporífera, otras desafortunadamente molesta, extraña las más de las veces.

Un aspecto a destacar es también el entorno en el que los hechos tienen lugar. Mientras en Mulholland Drive los exteriores brillan por su ausencia, en The Straight story lo que prácticamente no encontramos es interiores. En esta última película se suceden series de hermosas tomas aéreas con formidables paisajes typical America. En Mulholland Drive, por el contrario, el uso de los interiores colabora a acrecentar la sensación de misterio, dramatismo y angustia.

En esta ocasión, si tuviera que decidirme por una de ellas, me decantaría, quizá, sin desmerecer la tortuosidad y sorprendente originalidad de Mulholland Drive, por la contenida emotividad y asombrosa sencillez de The Straight story; genial juego de palabras el del título, por cierto ;)

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martes, mayo 01, 2007

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EL TREN DE LA VIDA

Radu Mihaileanu, 1998

"Los sueños sólo pueden hacerse realidad si creemos en ellos"


SINOPSIS: Durante la Segunda Guerra Mundial y con el objetivo de escapar de los nazis, un grupo de judíos de un pequeño pueblo de Europa del Este organiza un convoy simulando que se trata de un tren de deportación. Algunos de ellos, a pesar de las reticencias, tendrán que hacerse pasar por soldados nazis, todo ello para evitar que el pueblo sea exterminado.


He seleccionado como mi ópera prima favorita la obra de Mihaileanu. Muchísimas son las razones por las que podría ser seleccionada como tal: por su originalidad, por su emotividad, por su osadez... pero, sobre todo, destacaría la sorprendente calidad y seguridad de la dirección, rasgo éste, por lo general, poco común en una ópera prima. Así pues, elijo El tren de la vida como mi candidata al concurso organizado por las XII Jornadas de Cine "Villa de la Almunia", las cuales finalizarán el 12 de Mayo.


Este tren de la vida lo es también de la muerte, de la alegría, de la tristeza, de la comedia y del drama. La película nos enseña que la línea que separa estos conceptos es mucho más fina de lo que podemos imaginar y que cualquier golpe del destino o paso en falso que demos puede trastocar por completo el curso de los acontecimientos. Eso sí, las sonrisas, unas veces de emoción, otras de incredulidad, están garantizadas.

Los peculiares judíos de un pueblo amenzado por los nazis emprenderán un viaje contra viento y marea abordo de un tren esmeradamente construído por ellos mismos gracias a la audaz y sagaz idea del loco del pueblo, Schlomo, quien, aceptando el papel de pirado por propia voluntad, resultará finalmente ser el más cuerdo de entre todos los presentes, haciendo gala de su humanidad y bondad, pero también de su audacia y picardía. De este simpático personaje, que, al parecer, se trata del miembro originario de la saga Rothschild, nacerán las escenas más divertidas y, a la vez, trascendentes de la película.

Las costumbres y las palabras de estos judíos pueden evocarnos facilmente a las de Amanece que no es poco, pues en ambos casos nos encontramos con una sociedad cuyos actos se salen de común para rozar el estado de locura colectiva. Así mismo, también recuerda a los tiempos de guerra en clave humorística de Kusturica, más aún si atendemos a la música, compuesta, como para Kusturica, por el grandísimo Goran Bregovic. Y, como no, recordemos la controversia creada en torno a La vida es bella, filme al que se le acusó de copiar demasiados aspectos (por no decir plagiar) de la obra de Mihaileanu.

A pesar de que el argumento es aparentemente banal, hay un potente trasfondo de crítica carga política y filosófica, abordando problemas de la metafísica de todos los tiempos tales como la existencia humana, la existencia divina o lo mudable de las apariencias. En cuanto a la política, El tren de la vida supone una parodia de los regímenes fascista y comunista, reflejado este último en la facción insurrecta de "judíos comunistas" que se forma en el convoy, envidiosos de los lujos de los que gozan los judíos que adoptaron el rol de alemanes nazis.

Así, el shtetl emprenderá este variopinto viaje hacia Palestina, en el que se sucederán no pocos episodios hilarantes entrelazados con temas trascendentalistas y que finalizará con un desenlace que, os aseguro, no podéis perderos.

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