jueves, diciembre 21, 2006

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¿CÓMO NACIÓ CHARLOT?
Los comienzos del mito


Un día de 1914 Mack Sennett le dijo a uno de sus actores, un joven británico recién contratado llamado Charles Chaplin: "Para esta escena que vamos a filmar necesitamos un gag. Maquíllate y ponte un disfraz cómico. Cualquier cosa, pero que haga reír."
Chaplin entró en los vestuarios del estudio. Cogió unos pantalones de Fatty Arbuckle enormemente holgados, un chaqué estrecho y raído y un bombín perteneciente al suegro de Arbuckle, que había desechado cuando el gordo se sentó accidentalmente sobre él. Las botas de la talla 48 eran del gigantón Ford Sterling. Por último, se plantó un bigotillo postizo bastante ridículo y cogió un bastón de caña para sostener la desequilibrada figura.

Cuando salió, Sennett le pidió que describiera al personaje. "No es uno, es muchos -contestó Chaplin-. Es un tipo polifacético. Un vagabundo y un caballero. Un soñador, pero con sentido práctico. Te puede hacer creer que es un profesor de física o un jugador de polo, y aunque es un tipo orgulloso, no tiene inconveniente en recoger del suelo una colilla, robar el caramelo a un niño y, si está enrabietado, dar una patada en el culo a una dama."
Había nacido Charlot.


Con Charlot, por primera vez, un personaje de cine cómico era algo más que una caricatura que se caía. Era alguien creíble y humano. Chaplin, que había tenido una infancia miserable, con un padre que le abandonó y una madre demente, sabía bien del lado amargo de la vida. Por eso era capaz de ponerle al espectador un nudo en la garganta para acto seguido hacerle soltar una carcajada.

Pero Charlot era algo más que un personaje cómico. Era también un crítico feroz de la injusticia. Ahí están como prueba la corrosiva visión del capitalismo en Tiempos modernos (1936) o el encendido discurso final de El gran dictador (1940), en defensa de la libertad y la solidaridad.

Su bastón, su bombín y su bigote se convirtieron en el símbolo mismo del Cine y en una de las señas de identidad más representativas del siglo XX.

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5 Comments:

Blogger Donnie said...

Mira que me gusta sus películas, pero me quedo con las que a todo el mundo le gustan, que son Tiempos Modernos y El Gran Dictador!!

Me ha gustado tu post, nos hace recordar los comienzos del cine, que muchos parece que han olvidado!!

Un saludo!

9:20 a. m.  
Blogger Cowboy en paro said...

De la que mejor recuerdo guardo es de Tiempos modernos por el sitio en el que la vi,con compañeros de un aula de "educacion especial" que pensaban que ibamos a ver un toston de cine mudo y terminaron todos partiendose de risa......ahora entenderas porque soy un poco Antoine Doinel.

7:20 p. m.  
Blogger Rosenrod said...

Pues desconocía la historia. Es estupenda.

Un saludo!

11:23 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Yo también desconocía la historia, una anécdota entrañable y con aura propio...


El gran dictador me parece muy buena pero mucho mejor Tiempos modernos... creo que es la que más me gusta... aunque todaía me faltaran unas cuantas suyas por ver

Un saludo!

12:43 p. m.  
Blogger M.M. said...

Donnie, precisamente las anécdotas de los comienzos del Cine son las más emotivas y bonitas; algún día contaré alguna otra...

Marce, Antoine Doinel en un aula de educación especial, me resulta extrañamente entrañable...

Rosenrod y PequeñoIbán! me alegra que os haya entretenido durante unos minutillos!
En cuanto a "Tiempos modernos" hay prácticamente unanimidad, por algo será...

Saludoss!!

1:33 p. m.  

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