p

UN PERRO ANDALUZ

Películas que hacen escuela

Allá por 1929, un tipo que aún no había cumplido la treintena, surrealista y extraño, llamado Luis Buñuel, creó una película muda en blanco y negro llamada "Un chien andalou", con una duración de poco más de diecisiete minutos. En el guión de la misma colaboró su gran amigo (o más que amigo) Salvador Dalí. Ambos también aparecían como actores en el revolucionario filme. La producción y el montaje también correrían a cargo del propio Buñuel. Más tarde, en 1960 se añadiría la banda sonora al original, siendo también el aragonés el encargado de esta tarea.

El proverbial Érase una vez... nos introduce a la primera y más desgarradora (nunca mejor dicho) escena de la película... ¡Catacrá! Haciendo alarde de la finura propia que se nos atribuye a los aragoneses, Buñuel secciona el ojo de una impasible jovencita.
A partir de aquí, una serie de imágenes más o menos inconexas, nos hacen saber, sin lugar a dudas, que se trata de Surrealismo en estado puro. Podemos apreciarlo, por ejemplo, en las hormigas que salen del orificio de la palma de la mano (que nos evoca a las hormigas que aparecen sobre uno de los relojes de "La persistencia de la memoria" de Dalí), las cuales, mediante fundidos encadenados, se convierten en los pelos axilares de una joven, después en un erizo de mar y, finalmente, en un grupo de personas. Una misteriosa caja aparece en varias de las escenas de la obra, creando cierta unión entre ellas.

También hay que comentar la relación existente entre sexo y muerte. Un hombre, excitado sexualmente al ver un atropello en la calle, comienza a bailar y a manosear a una joven; entonces se nos enlaza la imagen de los pechos de la chica con la cara moribunda del hombre. Relaciona de este modo, como ya he comentado, sexo y muerte; el propio Buñuel lo argumentará así: "Por razones que no se me alcanzan, he encontrado siempre en el acto sexual una cierta similitud con la muerte, una relación secreta pero constante [...] ¿Será porque durante mi infancia y mi juventud fui víctima de la opresión sexual más feroz que haya conocido la Historia?".
"Hay que prohibir esa película obscena y cruel" es lo que rezaban las más de cincuenta denuncias recibidas contra "Un perro andaluz". Los insultos y las amenazas persiguieron a Buñuel hasta el día de su muerte. Sin embargo, Luis nunca cedió, al contrario, ratificó su posición ante la vida y el Cine diciendo cosas como: "Adoro los sueños, aunque mis sueños sean pesadillas y eso son las más de las veces. Están sembrados de obstáculos que conozco y reconozco".