lunes, junio 25, 2007

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Este viernes día 29 parto al país de los renos, los glaciares y el blanco y el rojo. Aunque, a decir verdad, en Toronto no creo que encuentre nada de eso, debe parecerse más a la estadounidense y cercana Detroit que a las heladas Dawson o Whitehorse.
Así pues, permaneceré en la cosmopolita región de Ontario durante todo el mes de Julio. Si a la vuelta vuelvo o no a publicar lo dejaré en manos de la providencia. De momento, sólo me queda agradeceros a los habituales vuestros asiduos comentarios y desearos un feliz verano. Un beso enorme.

Niágaraaaaaaa!!

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lunes, junio 04, 2007

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UNA DEL SUR

¡Pequeños saltamontes! ¿Cómo os va? Yo sigo con lo mio, es decir, de exámenes. El primer asalto lo he resuelto con resultados muy superiores a lo que cabía esperar en principio, veremos cómo va el segundo, que, anuncio, me tendrá ausente hasta mitad de mes.


Últimamente en el cine he visto filmes tan mediocres y que dejan a una tan indiferente que no merecen ni siquiera un post (Sunshine, Zodiac, Entre mujeres), así que voy a rescatar una película de Fernando Colomo realizada en 2002 que, aunque tampoco es para echar cohetes, al menos no deja ese odioso sabor a indiferencia.

Hoy voy a hablaros de Al sur de Granada, una película que me ha causado especial impacto por varios motivos. En primer lugar, por lo inusual de su ambientación, ya que los hechos acontecen en los primeros años de la dictadura de Primo de Rivera, y no en tiempos de la Guerra Civil o de la dictadura franquista, tal y como suele gustar a los cineastas españoles. Así pues, somos partícipes, por ejemplo, de la ineficacia de las medidas regeneracionistas que el dictador impulsó con el fin de acabar con el caciquismo, esa lacra que, sin lugar a dudas, todavía no ha sido extinguida hoy por hoy.

El pueblo en el que se centra la acción se halla, pues, dividido en dos bandos claramente diferenciados e irreconciliables. Es en la antigua casa de uno de los dos caciques donde Gerald (Gerardo para los vecinos del pueblo), un escritor venido desde Inglaterra, instala su residencia con la pretensión de encontrar la inspiración artística entre las colinas y arroyos que la circundan. Aunque, más que a inspiración, lo que encuentre se asemejará más a crispación.

Pero si algo me ha causado impacto de verdad es, sin duda, ver a Resines en el papel de cura, un cura que, además, saltándose el guionista a la torera la mentalidad de la época, ansía poder casarse con una recatada Ángela Molina y justifica la validez del matrimonio para los eclesiásticos.

Además, hay otro motivo por el que me ha sorprendido, pues esta película, a pesar de lo predecible de su desenlace, me ha hecho llorar como una madalena. Es uno de esos finales que, aunque sabes que es el correcto, implica también el final del sueño que durante toda la película ha ido fraguándose; es, de alguna manera, el resquebrajamiento de los ideales utópicos románticos y el alzamiento de la realidad, práctica y factible.

El sol andaluz reflejado en cal y el murmullo de los riachuelos que corren sinuosos entre los valles conforman la encantadora estética de la película. Verónica Sánchez, cual despreocupada náyade, colabora también con su presencia a crear un ambiente bucólico extraordinario. Sin embargo, la sociedad andaluza no queda ni mucho menos idealizada, sino que, al contrario, está reflejada de un modo sumamente crítico, presentándonos a la mayoría de sus gentes como seres ruines, sin escrúpulos, ansiosos de poder y, sobre todo, paletos, sumidos en el más profundo de los retrasos culturales.

Al sur de Granada es, por tanto, un cuadro costumbrista con alguna que otra pincelada de alegre subjetividad. Sus matices de luz y color transmiten un torrente de emociones, pero, eso sí, el dibujo queda sin perfilar.

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