viernes, marzo 30, 2007

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CÓMO COMPARAR
MUERTE ENTRE LAS FLORES & FARGO
Y NO MORIR EN EL INTENTO


Después de repasar a la pequeña de los Coppola, he seleccionado para esta segunda edición de "cómo comparar..." a los hermanos Coen (o Cohen o como queráis escribirlo).

En su obra encontramos distintos géneros que oscilan entre el cine negro o thriller y la comedia.
Muerte entre las flores constituye uno de los ejemplos más destacados de cine negro, mientras que Fargo es una de las más claras muestras de mezcla de thriller y comedia, género éste que veremos poco después, por ejemplo, con El gran Lebowski, aunque en ningún caso se deja completamente de lado el aura del cine negro.

En Muerte entre las flores los Coen nos ofrecen una magnífica película de mafiosos, con ingeniosos, cortantes y arrogantemente sarcásticos diálogos y con un acogedor aire a cine negro clásico, pero no falto por ello de episodios hilarantes claramente marcados con el sello Coen. Como en todo filme negro que se precie, una mujer aparece en escena para sembrar la discordia. Así pues, Marcia Gay Harden encarna el rol de Helena de Troya en esta particular Ilíada de los Coen, siendo, al igual que en ésta, el origen de la disputa entre dos eminentes hombres, plantando la semilla de la ira a partir de la cual brotará una intríngulis de idas y venidas de un bando mafioso a otro que no hacen sino evocarnos de nuevo, en este aspecto, al más puro cine negro.

Por otra parte tenemos Fargo, que, como ya se ha dicho, aúna ciertos elementos del thriller con otros de la comedia. A diferencia de Muerte entre las flores, que, acorde a las pautas establecidas por el cine negro clásico, experimenta rítmicamente un evidente crescendo, Fargo despierta en el espectador el interés desde el primer momento, gracias, sobre todo, al, como en la película misma lo definen, "raro" personaje interpretado por un (de nuevo) fabuloso Buscemi. Éste y su peculiar compañero de fechorías deberán llevar a cabo un igualmente peculiar secuestro en peculiares condiciones, con unos también peculiares inconvenientes y con unas más peculiares si caben consecuencias.

A pesar de que las muertes, los disparos, los engaños y, en definitiva, la locura colectiva es una constante en ambos filmes, los ambientes en los que todo ello tiene lugar son totalmente distintos. En Muerte entre las flores el negro es el protagonista: el negro de la atmósfera, el negro de las ropas, el negro de las almas. Por el contrario, en Fargo el ambiente es mucho más reluciente, dejando las noches paso a los días y cambiando las miradas de soslayo por (forzadas) sonrisas.

Considero ambas muy buenas películas, tanto es así que no sabría por cuál decantarme. Por un lado, en Fargo destacaría la actuación de Buscemi y lo entretenido de su argumento. Por otro, los protagonistas de Muerte entre las flores y su trama me recuerdan gratamente a la mejor época que, en mi opinión, ha vivido el Cine, y eso le da muchísimos puntos a su favor.
En fin, yo, indecisa, como siempre, ¿y vosotros, cuál preferís?

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domingo, marzo 25, 2007

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QUIERO SER COMO GRACE KELLY!!


Por supuesto que a mí también me encantaría ser como Grace Kelly, sin embargo, no soy yo quien lo pregona a los cuatro vientos, sino Mika.
Continuando aquella ancestral entrada sobre grupos y canciones frikis que nadie ya recordará, aquí os traigo a Mika y su Grace Kelly, canción que ya estaréis hartitos de oír en todas las emisoras.
Debo reconocer que sigo recelosa frente a Mika y, sobre todo, frente a la niña esa tan siniestra del clip, pero he de decir también que cada vez va gustándome más ese timbre a lo Freddie Mercury y el aire de reinona que el chaval luce en el video:

Y, aunque las comparaciones son odiosas, dejo de paso el Great pretender de Freddie, otro cantante y pianista friki donde los haya:

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martes, marzo 20, 2007

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PARIS, JE T'AIME

Varios, 2006


Pequeñas condensaciones amorosas

SINOPSIS: En París, el amor está por todas partes: en sus bares y cafés, bajo la Torre Eiffel e incluso en el Metro que corre por debajo de sus calles. En Paris, je t'aime, verá la ciudad de una forma que nunca antes se hubiera imaginado. Es París vista por los ojos de algunos de los directores más aclamados del mundo. Se invitó a cada uno de ellos a contar una historia localizada en uno de los distintos barrios de la ciudad. El resultado es un caleidoscopio de historias sobre la alegría, la separación, encuentros extraños e inesperados y, sobre todo, el amor.

No tengo mucho tiempo, mañana marcho de viaje a Madrid hasta el fin de semana y tengo que preparar unas cosillas antes; seré breve.

Esta película es el producto de unir dieciocho historias ambientadas en cada uno de los distritos de la capital gala. En general, me pareció un filme sumamente agradable y ameno, lejos de forzadas y empalagosas situaciones romanticonas, como a priori cabría suponer.
Los distintos directores han asumido la tarea seriamente, cuidando los detalles y trabajando sus mini-obras a fondo. Los actores, de la talla de Portman, Buscemi o Elijah Wood, han logrado, igualmente, conectar con el público en el tiempo récord que un cortometraje implica.


En primer lugar, destacaría el cortometraje de los Coen, Tulleries, en el que un inocente turista, sentado en un banco del metro, será objeto de burla por parte de una pareja de novios parisina.

Al contrario de lo que esperaba encontrar, también el corto de Gus Van Sant, Le Marais, me pareció de un gusto exquisito. En él un chico francés cree haber encontrado a su alma gemela en un chico extranjero que asiste atónito e hierático al discurso que éste, emocionado, le está dirigiendo.

La obra de Tom Tykwer, con Natalie Portman como protagonista, fue, así mismo, uno de los que más me gustó. Aquí se refleja la idea de ese amor verdadero capaz de superar todas las fronteras que se le interpongan.


Otra clase de amor es el que apreciamos en la Place des fêtes de Oliver Schmitz, curioso nombre para llamar a un corto donde la historia gira no sólo en torno al amor, sino también en torno a la muerte; porque, incluso en esos últimos alientos de vida, el amor sigue presente.

Así mismo, la Tour Eiffel de Sylvain Chomet merece mención especial. Este es, a mi parecer, el más divertido y original de los cortos, en el que se nos cuenta la pintoresca historia de amor entre dos mimos incomprendidos por la sociedad.

El cortometraje de Alfonso Cuarón, que se reduce a la más que predecible conversación de un padre con su hija, me pareció uno de los más flojos y decepcionantes de todos.

Del mismo modo, tampoco salvo de la furia de mi lanzallamas el de Christpher Doyle, Porte de Choisy, del cual no puedo decir nada aparte de que no lo entendí. Es uno de esos cortos incomprensibles en esencia que acostumbran a ser calificados como "alternativos", "simbólicos" o "conceptuales".

Quizá os preguntéis qué tal el de la Coixet... del montón, más o menos al mismo nivel que el resto de los que no he nombrado.

Es, en conclusión, una película amable y recomendable, donde encontraremos momentos de una calidad y riqueza dramática excelentes junto a otros bastante renqueantes en el ámbito narrativo y rítmico.

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jueves, marzo 15, 2007

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TIME

Ki-Duk Kim, 2006

Esos locos bajitos

SINOPSIS: Seh-hee y Ji woo forman una pareja muy enamorada. Llevan juntos dos años, pero, a causa del lento discurrir del tiempo, Seh-hee empieza a sentirse ansiosa y preocupada, temerosa de que Ji-woo pudiera cansarse de ella. Por eso se pone histérica cada vez que ve a Ji-woo prestando la más pequeña atención a otras mujeres. Un día sucede lo que ella se temía: Ji-woo no logra hacer el amor con ella, y sólo lo consigue cuando Seh-hee le propone que se imagine que está con otra mujer. Entonces, Seh-hee se siente ansiosa y frustrada, además de disgustada de que su rostro sea siempre igual y que su aspecto no pueda dar a su compañero una impresión nueva en cada encuentro. Por su parte, Ji-woo considera que la propuesta de Seh-hee de que piense en otra mujer cuando hacen el amor está fuera de lugar.

Como véis, ya estoy de vuelta, y traigo de la mano una propuesta que podría ser calificada como "rarita". Por si alguien siente curiosidad (cosa que dudo), los exámenes, afortunadamente, han salido a pedir de boca. Como era de esperar, durante este tiempo de "máxima concentración" he echado muchísimo de menos a mi fiel amigo el Cine. El reencuentro ha sido realmente emocionante y entrañable.

Bien, dejémonos de pamplinas y vayamos a lo que interesa. Voy a hablaros un poquitín de una película a la que le he puesto la etiqueta de "críticas de cartelera", pero que hará ya algunos meses que fue estrenada en España. La película en cuestión es la coreana
Time.

Para quienes, como yo, creéis que últimamente a los orientales se les está yendo la pinza en demasía, esta película no hará sino confirmaros esa hipótesis, cuando no agravarla. Programas como Humor amarillo pasarán a ser escaparates de pequeñas travesurillas comparados con las psicopatías que se nos muestran en Time.

Todo comienza cuando la protagonista del filme se somete a una operación de cirujía estética para reestructurar sus rasgos faciales, ya que espera poder así recuperar la pasión perdida con su pareja. Este no es un caso aislado, multitud de centros estéticos se dedican hoy por hoy a desorientalizar los rasgos, tendencia que me parece de un bochornoso terrible, pues no denota sólo las carencias de autoestima de esta gente y lo superficial de su sociedad, sino que también implica renegar y despreciar unas raíces que, no olidemos, se remontan a más de tres milenios de antigüedad.


Esta película refleja esa crítica a la degenerada actual civilización oriental desde el punto de vista de uno de sus miembros, por lo que, creo, debe ser tenida en cuenta como verídica, no queriendo decir ésto, ni mucho menos, que no se haya tendido a la exageración.

Pero este es en esencia un filme de sentimientos. Unos también exagerados y surrealistas celos se entremezclan con un amor enfermizo para llegar a la clave de la película: la eterna inconformidad del ser humano. Los protagonistas se sumen en una repetición cíclica de alcance de objetivos y posterior decepción, pero que, lejos de la visión de ciclo que expusieran "mis helenos", no es retroalimentativa, sino que, por el contrario, es autodestructiva.


Además de que la habitación de la patológicamente paranoica protagonista es sospechosa y preocupantemente parecida a la mía, señalar también como curiosidad la erótica belleza y especial simbolismo del parque de esculturas al que los personajes habitúan a acudir. Este parque contribuye en gran parte a crear la agradable fotografía del filme.

Las magníficas interpretaciones de los dos actores principales merecen más que esta mención, pero bueno, aquí queda dicho. Después de verlos es inevitable preguntarse si es posible interpretar tan bien la psicología de un loco sin estarlo. Dudo que este dilema, aderezado con las espeluznantes y sangrientas imágenes de las operaciones, me deje conciliar el sueño esta noche.

Y hasta aquí puedo (y quiero) decir de esta interesante película que, sin embargo, se pasa de surrealista en algún que otro aspecto.

Un placer estar de vuelta ;)

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lunes, marzo 05, 2007

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PARÓN FORZOSO

Así es, con esta entrada os comunico que paralizaré la actividad del blog hasta, seguramente, el jueves de la semana que viene. Me veo obligada a ello por los inminentes, y no menos preocupantes, exámenes.
Hasta entonces, un abrazo muuuuy fuerte!!

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viernes, marzo 02, 2007

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¿QUÉ ERA EL "MAC GUFFIN"?

Hitchcock y su público

En su libro-entrevista con François Truffaut, Alfred Hitchcock definía el "Mac Guffin" como la excusa que mueve a los personajes de una película. El "Mac Guffin" debía ser muy importante para ellos, pero no necesariamente para el espectador, a quien lo que de verdad debía importarle eran las peripecias a las que esa excusa obligaba a los personajes.

Gracias a técnicas y teorías como ésta Alfred Hitchcock fue el primer gran manipulador de la Historia del Cine. Su objetivo no era tanto contar una historia como hacer vibrar al espectador. Antes de plantearse una escena tenía claro cuál era la reacción que quería obtener (miedo, tendión, etc.) y la escena en sí era un medio para conseguirlo. Muchos autores, como David Lynch, han seguido después este mismo modo de ver el Cine.

La técnica básica de su famoso suspense era, en primer lugar, conseguir la identificación entre el público y el protagonista, que solía ser casi siempre un hombre normal con una vida normal hasta que, de repente, se veía inmerso en una situación completamente infrecuente a la que arrastraba al espectador. Según decía el director, "el público quiere cosas extraordinarias, lo normal ya lo vive en casa". Y así espectador y personaje, siempre juntos, podían descubrir un asesinato en la casa de enfrente (La ventana indiscreta, 1954) o empezar a sospechar que su marido era un asesino (Sospecha, 1942). Hitchcock conocía como nadie los mecanismos psicológicos del miedo y el interruptor adecuado para activar cada uno de ellos.

La conexión entre Hitchcock y el público fue tal que se convirtió en el director más popular de su época, siendo el primer director estrella. En su caso, la gente no iba a ver una de Cary Grant o de James Stewart, sino una de Alfred Hitchcock.

Otra entrada anterior sobre Hitchcock aquí.

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